Disparo de un misil Tomahawk desde un barco de guerra de los EEUU en el mar Mediterráneo, el 19 de marzo de 2011.
Según afirma el editorialista Xavier Vidal-Folch en El País, se trata de "una guerra más europea" y además expone que, al igual que en Kosovo en 1999, "la acción sobre Libia se desencadena solo cuando la opinión pública occidental llega al punto de no retorno de saturación por razón humanitaria. La buena conciencia europea no podía tolerar más masacres en la esquina de casa". Pero la guerra en Libia es "más improvisada" y "cuenta con todas la bendiciones legales" del Consejo de Seguridad de la ONU. Esta "estricta legalidad internacional es la clave que distingue la 'guerra justa' de la que no lo es".
"En gran parte, la operación Amanecer de la Odisea es esa 'guerra justa' de la que hablaban Cicerón y Tomás de Aquino", parece responderle en Rzeczpospolita el editorialista Marek Magierowski, según el cual, "actualmente los musulmanes se unen al Occidente infiel para derrocar a un loco peligroso".
Para România Libera, se trata sobre todo de una "guerra a la francesa". El diario señala que Nicolas Sarkozy ha excluido a la OTAN del "espectáculo", puesto que el presidente francés "ante todo debe restablecer el prestigio de Francia en el mundo árabe, ya que París fue acusada de mantener una actitud demasiado amable con respecto a ciertos dictadores. Además, necesita la adhesión del máximo número de países árabes para legitimar una ofensiva que no debe parecerse a la de Irak. Por último, Sarkozy necesita esta guerra, al igual que la de Georgia [en 2008], para lustrar su imagen ante las próximas elecciones presidenciales".
Pero, tal y como señala Xavier Vidal-Folch en El País, "A diferencia de lo que ocurrió con Kosovo, Francia está teniendo un protagonismo de primer orden, con Alemania detrás, en la sombra, difuminada, como un enano político". "Estamos ante una buscada reedición del continuo reequilibraje entre el gigantismo económico alemán, exuberante durante la presente crisis del euro, y la capacidad política francesa, exhibida también desde el poderío militar". "Si Kosovo afianzó el Pacto de Estabilidad de los Balcanes, Libia debe poner las bases para repensar y relanzar el proceso euromediterráneo, que París estropeó".
Ayudar a los insurgentes pour que monten su propia ofensiva
Para De Standaard, el escenario más optimista es que "Gadafi tire la toalla por su propia voluntad", aunque parezca una probabilidad bastante lejana, en vista de las declaraciones que ha realizado este fin de semana. El diario de Bruselas hace alusión a una división de Libia si el fin es "proteger a la población libia de las tropas de Gadafi". Sin embargo, si el objetivo es el cambio de régimen, la pregunta que se plantea es si puede lograrse sin emplear tropas terrestres. Por su parte, su homólogo De Morgen expone el cariz "cínico" de esta enésima "guerra por el petróleo". Una vez que las nuevas autoridades libias hayan "garantizado el restablecimiento del suministro de petróleo a Francia y el del gas a Italia, el objetivo de la guerra se habrá conseguido", añade Dziennik Gazeta Prawna, que además opina que el otro objetivo es "la destrucción del poder del dictador". Un dictador que, "si no muere en un bombardeo, será ahorcado por los rebeldes", pronostica el diario polaco.
Mientras, Le Figaro titula "El cerco se cierra sobre Gadafi" y advierte de que "esta guerra solo se aprobará plenamente si al final se gana. Para evitar el hundimiento y el riesgo de división del país, será necesario que los insurgentes obtengan ayuda para organizarse, crear su propia ofensiva e instalar un nuevo régimen en Trípoli. Entonces podrán beneficiarse de un apoyo aún mayor. Pero hay que esperar a que sean capaces de lograrlo".
Por este motivo, descartando las hipótesis de negociación con "un hombre acusado de crímenes de guerra", calificado de 'tirano' por el presidente estadounidense y desprovisto de toda legitimidad según el secretario general de la ONU, Le Temps hace un llamamiento para "armar a los insurgentes, para que así puedan luchar contra un régimen que les oprime desde hace 42 años". Es una posición que comparte Gazeta Wyborcza según la cual, "la intervención en Libia demuestra que, para la comunidad internacional, el derecho de los pueblos a vivir de forma segura es más importante que el de los dictadores a impedir que los demás se inmiscuyan en los asuntos internos de su país".
Italia, más expuesta que los demás
A pesar de la oposición de la Liga del Norte y la prudencia inicial de Silvio Berlusconi con respecto a su antiguo "amigo" Gadafi, Italia ha acabado siendo una parte activa en la coalición. En el Corriere della Sera, Angelo Panebianco afirma que los italianos "son los más expuestos, no sólo económicamente, sino físicamente. Somos el país más cercano y más expuesto": algo que se confirmó con la inspección de una embarcación civil italiana el 20 de marzo por parte de un grupo de hombres armados libios.
Los temores italianos están justificados: mientras se desarrollan las operaciones militares en Libia, en la cercana isla italiana de Lampedusa, empeora la crisis humanitaria. La Stampa informa de que más de 5.000 inmigrantes se hacinan en los centros de acogida de la isla, cuyos habitantes, apenas más numerosos que los inmigrantes llegados, han impedido la construcción de un campamento temporal para acogerles y han solicitado su traslado inmediato al continente.
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