29.7.09

La obesidad nos acorta la vida

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En “La obesidad es la maldición del éxito humano” el profesor José Luis Castillo contó varias cosas. Entre otras cosas hablaba de un mecanismo molecular que nos hacía capaces de vivir tanto en épocas de abundante comida como en otras de escasez.

Somos un mamífero bien adaptado a disponibilidad variable de comida. Y no me refiero al frigorífico vacío. Me refiero a auténtica hambre. Una circunstancia habitual en nuestros antepasados homínidos. Y, desgraciadamente, en una gran parte de la población mundial. De hecho, la mayor parte del tiempo, la humanidad ha pasado hambre, no saciedad. Pero hemos sobrevivido porque nuestro tejido adiposo era capaz de aprovechar las infrecuentes comilonas al máximo, almacenando energía para épocas posteriores.

Pero esa dotación genética, ahorradora, capaz de ayudarnos a sobrevivir, ha resultado no ser tan buena en muchos países ricos, en los que disponemos de un suministro ininterrumpido de alimentos ricos en energía a muy bajo costo. Al menos para la mayoría de esa población.

En otras palabras, un homínido hubiera alucinado ante un desayuno de café con azúcar y tostadas de mantequilla. Eso, sin saber que luego comería espaguetis, merendaría un bocadillo de atún y cenaría un cremoso yogur y fruta. Y no me he pasado, que hay menús diarios mucho más pesados. Pero no quería matar al homínido, que está bien protegido para aguantar hambre y comilonas, pero no la emoción tan fuerte de comer tanto. Un día y otro.

Esa disponibilidad tan enorme nos afecta. Y termina acortando lo que podría ser una vida más larga. Y no solo acortando, también quitando calidad de vida. Increíblemente, la comida, a largo plazo, puede matar.

En ese contexto se enmarca la investigación del equipo encabezado por Cristianne Frazier, de la Universidad de Chicago. Estudiando ratones (que no son personas, pero que pueden servir como modelo), se ha descubierto que esa capacidad genética, la de adaptarse a tener comida o no tenerla, esa capacidad genética, es moldeable.

Se puede cambiar con la forma de comer en la infancia. Al menos, en ratones. Si, justo después del destete, a un ratón se le alimenta con una dieta rica en sacarosa (el azúcar que hay en los azucareros), ese ratón “dulce” tiende a ganar más peso de adulto. Esa alimentación infantil le predispone.

Es una pista de lo que pueden hacer las chucherías. No es que esto sea seguro. Pero, por si acaso, padres, madres, no cedan ante una rabieta. Merece la pena educar a los hijos respecto a la alimentación. No se cansen. Piensen que cuando se patalea por un caramelo, están actuando los genes que nos dieron la capacidad de sobrevivir en un mundo en el que ya no estamos. Es un problema, y hay que afrontarlo.

Buen libro: El mono obeso

El mono obeso. La evolución humana y las enfermedades de la opulencia: diabetes, hipertensión, arteriosclerosis. Se trata de un libro de José Enrique Campillo, doctor en medicina y catedrático de Fisiología en la Universidad de Extremadura, España sur.

El libro transita por los últimos diez millones de año de la evolución humana, sin cuyo conocimiento no podríamos comprender los cambios en la alimentación de nuestros antepasados -y las adaptaciones metabólicas que tuvieron que superar- ni tampoco los resultados de la presión que las circunstancias ambientales y la alimentación ejercen hoy sobre nuestro diseño evolutivo, que se ‘defiende’ con la enfermedad.

Las enfermedades de la opulencia son, principalmente, la diabetes, la obesidad, la dislipemia -la dislipemia es una alteración genética o adquirida de la síntesis o degradación de las lipoproteínas que conduce a un aumento del colesterol total, de los triglicéridos o de ambos a la vez-, la arteriosclerosis y la hipertensión.

“La diabetes mellitus es una enfermedad crónica que se caracteriza por un aumento de la cantidad de glucosa en la sangre. En muchos países, la diabetes afecta a más del cuatro por 100 de la población y consume hasta el diez por 100 de sus recursos sanitarios. El crecimiento de la implantanción de la diabetes mellitus entre la población hace que se le considere como un fenómeno epidémico; una de las pandemias del siglo XXI. La cifra mundial de personas con diabetes crecerá desde los 150 millones de estimación actual hasta más de 300 millones en 2025 y el incremento más llamativo se producirá en países como China e India.”

El mono obeso
José Enrique Campillo Álvarez
Editorial Crítica
ISBN: 84-8432-524-5

Que parezca un accidente, en Cine Latino

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No es común ver una película nueva en las televisoras por cable. Suele pasar las películas más malas y las repiten, y a veces estrenan' películas viejas, buenas y malas.

Esta noche disfruté en el canal Cine Latino de Inter la deliciosa comedia ‘Que parezca un accidente’, una comedia en la que Pilar, una viuda feliz en su cómoda rutina ve salpicada su vida cuando cree descubrir una infidelidad por parte de Gregorio, su yerno.

Pilar está decidida a acabar con ese molesto problema y animada por sus amigas decide “arreglarlo” contratando a Arturo, un señor que se ha encargado de hacerlas felices “eliminando” a sus molestos maridos. No hay solución o Gregorio o ella.

Se pueden encontrar numerosos referentes, como por ejemplo ‘Contraté a un asesino a sueldo’, pero casi siempre me dan vergüenza algunas comparaciones.

Carmen Maura, Federico Luppi, José Luis García Pérez y Marta Fernández Muro protagonizarán esta comedia negra que se estrenará el 14 de noviembre.

El tráiler, que se puede ver a continuación, no tiene demasiada buena pinta incluso para una comedia:

En un principio se suponía que el guionista, Guillermo de la Guardia, dirigiría la película en lo que supondría su debut en el largo, pero finalmente ha sido el productor Gerardo Herrero (‘Los aires difíciles’, ‘El corredor de fondo’), quien se ha encargado de dar las órdenes.

En la banda sonora se incluyen temas de Jorge Drexler.